Aventura de Sombrero Charro “Volador”
*Por Poco y se Pierde en Travesía a EU
*Obra del Maestro Tapia para Gil Peña
*Pero Otro fue el que Cambió de Dueño
Era a fines de agosto del 2013 cuando salíamos de Guadalajara a Houston, vía terrestre y en el tour iban “Juanito” y “Prócoro” Mariscal, así como el escriba. El reloj marcaba las cinco de la mañana y era tiempo de comenzar el periplo.
Un pedido muy especial del amigo Gilberto Peña del municipio de Atenguillo, Jalisco, iba entre el equipaje. Un sombrero que hacía varios meses le iba a entregar el maestro Javier Tapia y que deberíamos llevar a suelo estadounidense, concretamente a Houston, Texas.
El sombrero de lujo iba en una caja y mejor amarrado entre el equipaje. Iban maletas y sombreros por separado, a grado tal que antes de llegar a los límites de Aguascalientes y Zacatecas, salió “volando” un atuendo charro que nos había hecho llegar don Celso Santillán.
Apenas amanecía aquel martes y antes de las siete de la mañana, un sombrero salió “volando”.
Llegando al punto de revisión militar en suelo hidrocálido, rauda y veloz llegó una camioneta familiar y nos hicieron saber que dos kilómetros antes, había “volado” un sombrero.
Incluso nos dieron santo y seña de quien levantó la prenda charra. Regresamos al lugar indicado y nada de sombrero, menos de los ocupantes del vehículo del que descendió una persona a quedarse para siempre con aquel otro sombrero.
LA AVENTURA NO TIENE FIN
Seguimos la travesía para atestiguar el Nacional Charro de la Unión Americana 2013, llegamos al rico menudo al municipio de Guadalupe, Zacatecas.
Lo acompañamos de humeantes tazas de café y ahí nos recibió el colega Javier Rodríguez Acevedo el afamado “Vaquero”.
El desayuno duró lo que canta un gallo y a seguir la travesía, ahora rumbo a Villa de Cos y Concha del Oro. La siguiente parada llegar a Saltillo de nuevo al combustible y “picarle” a Monterrey donde ya nos esperaba un sabroso Cabrito.
El equipaje estaba dizque bien amarrado y más ahora que había “volado” el Santillán que confeccionó don Celso. Tomamos pista de la capital regia a Nuevo Laredo, Tamaulipas, para buscar ingresar antes de las 17 horas a Estados Unidos.}
De ahí seguir a pernoctar en San Antonio y al día siguiente ya en pocas horas arribar a Houston, donde nos esperaba el evento con don Javier Jiménez y Familia.
Se sentía un clima fresco por la noche, a pesar que en el día nos acompañó buen rato el calorcito. Así fue la llegada a suelo texano.
DESPUÉS DE MONTERREY “VOLÓ EL OTRO” SOMBRERO
La travesía ya se reseñó líneas arriba, aunque antes 20 minutos después de pasar Monterrey nos tocó la de malas nuevamente y el sombrero que nos había encargado el jalisciense Gilberto Peña, entró en escena y en esta crónica.
Íbamos a 120 kilómetros por hora cuando de improviso sucede otra vez lo inevitable, sale “volando” la caja del sombrero del amigo Gil Peña.
Solo que esta vez a través del retrovisor de la pick up de “Prócoro” Mariscal, alcancé a ver que algo había salido intempestivamente del equipaje que llevábamos a suelo norteamericano.
Sin chistar, me paré ipso facto. Puse intermitentes y dejó la camioneta sobre el acotamiento. Para nuestra fortuna, no venían vehículos que “atropellaran” la caja en la que venía celosamente guardada la obra que elaboró el maestro Javier Tapia.
Me bajé de la pick up y a correr unos 100 metros, para evitar que pisaran los autos la caja tan apreciada y más en esos segundos de la emergencia.
Todo quedó en un susto. Volvimos a amarrar bien el equipaje de maletas y ajuares charros, para seguir la travesía.
A final de cuentas y después de algún tiempo que había prometido entregar la prenda el Maestro Tapia, llegó afortunadamente a las manos del actual dueño, no sin antes hacerle saber lo que había sucedido en la travesía.
Y como siempre, termino a mi manera, recordando que: A los ojos del hombre, el éxito es un Dios: Esquilo.
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