“Venado” Parra, Maestro del Floreo

*Cuando la charrería se convierte en arte

*Juventino debutó a los 14 años de edad

*Los Secretos para destacar como lazador  

         Unos les dicen sogueros, otros lazadores y los menos, maestros del floreo, pero lo cierto es que para esto último se nace, como lo dice uno de los mejores exponentes que hay en el país.

Se llama Juventino, le apodan el “Venado” y se apellida Parra Jiménez. Tiene 53 años de edad y ha pasado por casi 20 equipos, desde que se inició en la charrería a los 14 años de edad. Empezó con La Guadalupana de Huentitán, luego en San Isidro Mazatepec, pasó por el Triángulo de los Arenas, Tres Amigos, Tres Potrillos y El Estribo de Tecalitlán de la familia Larios, entre muchos más.

Juventino «Venado» Parra, uno de los grandes maestros del floreo de soga que hay en el país, nos contó sus secretos para destacar en esta apasionante disciplina.

La Herencia. A sus 53 años, se siente a plenitud y accesible como siempre, lo contactamos en San Miguel de Huentitán, donde andaba muy de mañana y acompañado de la familia, en la entrevista que le hicimos abriendo abril y se publicó el día 3 en el Periódico OCHO COLUMNAS.

-¿Hace cuánto te iniciaste en la charrería?

“Nací con la charrería en las venas. Casi cada domingo me llevaba mi papá Ángel al Lienzo de Charros de Jalisco y de tanto ver, me nació el gusto por esta apasionante disciplina”, dice de entrada y recuerda que se inició como charro a los 14 abriles con el equipo La Guadalupana de Huentitán El Alto que sentaba sus reales por el rumbo del Mirador.

Su papá era gran aficionado al Deporte Mexicano, quizás por ser gente de pueblo y el  nunca charreó.

“Yo me hice charro viendo y era muy inquieto. Me fui fijando como hacían las cosas, tan me agradó, que mira, aquí sigo ahora charreando con muchas ganas. Mi padre era aficionado de hueso colorado. El siempre hacía arreos charros, era talabartero y de ahí  me empezó la devoción por la charrería”, dice con dejo de añoranza en la entrevista del 2005, aunque más de una década después don Ángel se adelantó en el camino.

La sangre charra. Juventino es hijo del matrimonio que formaron don Ángel Parra Lozano y Angelina Jiménez, quienes procrearon seis hombres y tres mujeres. De esa dinastía, tres se metieron al Más Mexicano de los Deportes: Francisco el afamado “Paquino”, Víctor y Juventino el “Venado”.

Juventino tiene tres hijos y el mayor se llama Roberto, quien también ha estado con varios equipos del país. A él le apodan el “Bambi”, le sigue “Pato” que anda ahora con Triángulo de los Arenas y responde a los nombres de Juventino  Andrés, mientras que el más pequeño, pero más inquieto es el “Oso”, Esteban Gabriel.

-¿Cómo se prepara un lazador?

“Sin duda, es con mucha práctica y con el tiempo vas descubriendo muchas cosas bonitas de la charrería. Sin embargo, hay que tener disciplina y sobre todo constancia, pese a que a veces falla uno como  charro”.

-¿Cuál es la rutina de entrenamiento que tienes?

“Cuando llegas al lienzo lo primero que tienes que hacer es organizar las sogas, luego  empezar a tirar manganas antes de que te pasen la yegua, para soltar brazo y ver qué sogas son las más adecuadas para charrear y entrenar”.

Recalcó que para la terna se  necesitan más floreo, hacer más rutina, aprender bien y conocer el reglamento, para así sacar los más puntos posibles y sobre todo, en el menor tiempo.

¿El maestro de la soga, nace o se hace?

“Pienso que se nace, porque el floreo no cualquiera lo trae y ese don se hereda, porque facultades se tiene, pero es más por herencia, porque si no cualquiera florearía”.

Mucha disciplina. Más que pregunta, fue un comentario. Mito o realidad, pero qué tan cierto es que un lazador se acaba en los entrenamientos. Juventino Parra tiene todas las respuestas y no esconde nada. “La charrería es un deporte como cualquiera, pero hay que tener disciplina y no dejar arrumbarte porque las facultades se pierden. La constancia es lo principal, para seguir destacando en este arte del floreo”.

-¿Cuál es tu secreto?

“No dejar de florear, practicar dos o tres veces por semana, no diario porque tengo que trabajar en otras cosas. Me pego a la soga, pero necesito estar constante, porque debes estar actualizado”.

De sus logros, con dejo de añoranza, recuerda que “El mejor año que Dios me ha dado fue en el 93, cuando quedé campeón estatal ya que logré título de lazo a la cabeza, pial del ruedo en el Regional y campeón nacional en manganas a caballo, en la Unión Ganadera”.

Hace pocos años logró el cetro Nacional de Charro Mayor en las siete suertes, en Tepic.

-¿Cuáles son tus objetivos en la charrería?

“Este año queremos calificar en El Estribo de Tecalitlán, destacar en el Campeonato Estatal y asegurar en el Regional el paso al Nacional. Primero hay que hacer un buen papel en el estatal y en el equipo, reforzados conmigo y Rigo Mejía, los demás son puros jóvenes y entonces hay mucho por hacer y no queda otra que impulsarlos. Todo se puede, pero con disciplina”, recalca la última palabra en la amena chara de hace casi 15 años.

Deporte sano. “Venado” Parra ha tenido accidentes, afortunadamente sin consecuencias graves. Uno en el Charro Completo, en California cuando se le zafó la rodilla y otro, en San Isidro Mazatepec, cuando lo golpeó un  toro.

-¿Algún mensaje?

“La juventud está en una situación difícil, por drogas, aquí es un deporte de amigos y familiar, tratando de rescatar a los jóvenes de las garras de los vicios. La charrería es un deporte sano y de los más bonitos que hay, no hay que dejarlo caer, todo se puede con disciplina y cada quien sus facultades”, finalizó diciendo.

         Y como siempre termino a mi manera, recordando que “Lazar bien o regular en el campo,  es indiferente pero delante de la gente, lazar bien o no lazar”.

COMENTARIOS A: charrocasama@gmail.com

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